Fundada por un capitán de barco finés y actual propiedad de la familia Coppola, la historia de Inglenook está impregnada de romance y de celebridades. La historia comienza en la década de 1870 cuando Gustave Niebaum llegó a Rutherford para establecerse en tierra firme. Compró una impresionante finca con 202 hectáreas de tierra de cultivo y celebró la primera cosecha de Inglenook poco después en 1882. La finca se fue fortaleciendo a lo largo de las siguientes generaciones y permaneció en la familia Niebaum hasta la década de 1960.

La bodega se vendió en 1964 siendo necesarias importantes reparaciones e inversiones, lo que inició un período de declive y decadencia para el nombre Inglenook. Durante años Gustave Niebaum y más tarde John Daniel Jr. subvencionaron la gestión de la finca con su patrimonio personal. No fue hasta los años 70 cuando se invirtió la tendencia y la finca puso camino al estrellato cuando Francis y Eleanor Coppola compraron la propiedad con los beneficios de las películas de El Padrino.

Los Coppola llegaron con la ardiente ambición de elaborar vinos de primera clase y relanzar el buen nombre de Inglenook. Este largo viaje comenzó con la primera cosecha en 1978 y la creación del buque insignia de la finca, Rubicon, un tinto de Burdeos llamado así por el fatídico cruce del río de Julio César que marcó el punto de no retorno.

A lo largo de los años, la finca ha colaborado con los principales consultores internacionales en materia de elaboración de vinos, entre ellos el llamado “Decano de la vinicultura americana”, André Tchelistcheff, y el viñador francés Stéphane Derenoncourt. En 2011 Philippe Bascaules se incorporó como director general, un papel que combina con el de director ejecutivo y jefe de bodega en Château Margaux en Burdeos, donde ha trabajado durante más de dos décadas.

Una de las primeras innovaciones de Bascaules fue crear un plan de 50 años para renovar los viñedos de Inglenook. Junto con el estatus de celebridad del actual propietario, este tipo de pensamiento visionario ha revivido la fortuna de la finca como productora de vinos californianos de primera categoría. Actualmente se está llevando a cabo una importante ampliación de la bodega para conmemorar su 140 aniversario, que se espera que esté terminada para la cosecha de 2020.

El potencial de inversión del vino más importante de Inglenook, Rubicon, también se ha beneficiado en los últimos años por una serie de cosechas excepcionales. En 2012 fue premiado con 95 puntos por The Wine Advocate de Robert Parker, y las cosechas de 2013 y 2014 recibieron 97 puntos del crítico de vinos estadounidense James Suckling.

Junto con la romántica historia de fondo, la propiedad de celebridades y la excelente calidad, el precio relativamente bajo de Inglenook en comparación con otras fincas californianas de primera línea hace que Rubicon tenga una perspectiva muy atractiva para los inversores que buscan diversificar su cartera.