El Domaine Lamy-Pillot es típico de las pequeñas fincas familiares que salpican el paisaje borgoñón, lo que da a esta prestigiosa región vinícola su singular encanto casero y su interminable diversidad de estilos de vino. La finca fue fundada en 1973 por René y Thérèse Lamy-Pillot que eligieron establecer su hogar en la aldea rural de Morgeot en Chassagne-Montrachet.

A lo largo de los años la pareja ha ampliado la finca para incluir 20 hectáreas de viñedos en Chassagne-Montrachet, Saint-Aubin, Santenay, Meursault y Beaune. René y Thérèse han cedido recientemente la gestión diaria de la finca a sus hijas, Florence y Karine, y a sus yernos, Sébastien y Daniel.

La joya de la corona de las propiedades de la familia es su parcela Le Montrachet, considerada el mejor terruño para los Borgoñas blancos. El viñedo de Montrachet goza de una posición privilegiada en la ladera con abundante exposición al sol para madurar las uvas Chardonnay en el clima notoriamente inestable de Borgoña y con suelos bien drenados para eliminar el exceso de lluvia. Aquí las viñas de Lamy-Pillot se codean con vecinos famosos y caros como Bouchard Père et Fils y Domaine de la Romanée-Conti.

El estilo de Lamy-Pillot se caracteriza por notas puras, nítidas y afrutadas y una distintiva mineralidad en sus borgoñas blancos y sus deliciosos y bien estructurados borgoñas tintos de Clos St Jean cru en Chassagne-Montrachet y Premier Cru en Blagny.

La gran atención a los detalles en el viñedo produce una fruta de calidad excepcional que refleja tanto el terruño como las condiciones climáticas específicas de cada cosecha en particular. Las uvas se cosechan a mano, se utilizan cubiertas para asegurar que se logre una madurez óptima y la familia cuida los suelos utilizando fertilizantes naturales y evitando los pesticidas químicos siempre que sea posible.

Esta dedicación y trabajo duro en el viñedo produce uvas de alta calidad que necesitan relativamente poca intervención en bodega. La familia prefiere las barricas de roble usadas a las nuevas para permitir que la expresión pura de la variedad de uva y el terruño pase a primer plano, y así adaptar hábilmente su enfoque de elaboración de vinos cada año para que se ajuste mejor a las características de esa cosecha.

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